lunes, 4 de abril de 2011

La Simplicidad es el Sello de la Verdad…

Yo siempre supe que un hombre sin recuerdos, es un hombre perdido.
Eso es real, porque el recuerdo es la parte más importante de la memoria. Tenemos tan incorporados esos recuerdos, que hace que tanto el cuerpo como el espíritu, tengan su propia memoria.
Una sonrisa, una mirada, un “te quiero”, una caricia, un abrazo, un beso…
Entonces, por eso, somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos…
Los recuerdos nos acuden como la luz de las estrellas apagadas cuyo resplandor nos sigue llegando mucho después de haberse extinguido…
En mi vida, miles de luces de estrellas han caído. Grandes, pequeñas, brillantes y opacas, pero todos con algún sentido, algún suceso o alguna fantasía.
Esos recuerdos, muchas veces, se derivan en sentimientos. Sentimientos, que a veces nos juegan en contra.
Uno, por más que pase mucho tiempo sin recibir ese sentimiento, nunca olvida como se siente. Por eso los humanos al recordarlo, lo buscamos sin cesar, para poder sentirlo realmente y no vivir de un recuerdo…
La esperanza o expectativa de encontrarlo hace más fructífero el encuentro real.
¿Vivimos del sentimiento que paso o de las ganas y/o la intriga de saber si somos capaces de superarnos, refiriéndose a esa experiencia pasada?
Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado.

No se ustedes, pero Yo, prefiero vivir sabiendo que si sigo buscando, cuando lo encuentre, va a ser mucho mejor.